Capítulo 23.
Siento muchisisimo no haber subido cap la semana pasada, estoy muy rara últimamente, tengo problemas personales y encima los estudios no ayudan, demasiados exámenes y poco tiempo, espero que no me lo tengáis muy encuenta. Y por cierto, si queréis que siga con la historia, porque estoy pensando en dejar de escribir para siempre por problemas emocionales, dejad un comentario con la calificación que le daríais a la historia (del 1 al 10) Gracias. Bss
Daniel:
Entro en la biblioteca con la bola en la mano y
con los sentidos alerta, sé que hoy nadie va a reparar en mí ya que cada uno de
ellos tiene una tarea asignada, pero aun así, no deja de preocuparme que algún
infiltrado pueda ver la bola.
Después de haber traspasado la puerta me relajo,
no hay nadie aquí, o al menos alguien que pueda delatar la posición de la bola…
Espera, ¿ese es el poder de Arthur? Imposible, es muy poco, casi está extinto.
“A no ser que él esté en peligro” alguna parte de mí me advierte de esto y
salgo disparado. No me detengo a pensar más, solo corro con todas mis fuerzas
hacia la biblioteca secreta y veo que la estantería que debería de estar
cerrada, está abierta de par en par. Dejo la bola en un lugar seguro y me
adentro en la estancia, encontrándome a una Kate enfurecida con las manos en el
cuello de su hermano, oprimiendo el aire que debería de estar entrando en el
interior del cuerpo de mi amigo.
Kate está tan inmersa en sus pensamientos que no
se ha dado cuenta de mi presencia, solo suelta cosas sin sentido mientras
zarandea el cuerpo inerte que tiene delante. Me quedo parado sin saber qué
hacer, veo a Arthur tan pálido.
-¡KATHERINE!-mi
voz sale como una orden, haciendo que incluso yo me estremezca. Ella se gira
lentamente, posando sus ojos en los míos. No veo arrepentimiento, solo celos,
ira, dolor y miedo, y lo único que tengo claro es que ese dolor no es el que
sientes cuando le haces daño a un ser querido, si no el dolor que sientes
cuando estas apartado, el dolor de haberte perdido a ti mismo. Kate siente
dolor por ser la segundona, la persona de la que todos podemos prescindir en
cualquier momento, se siente inútil y humillada. Ella siente el dolor por no
ser nada.-Aléjate de él.-le digo apartándola, intenta pegarme, pero algo dentro
de su ser se activa y se separa sin hacer nada, sentándose en una esquina con
las piernas encogidas.
-Lo
siento.-dice sin mirarme, escondiendo el rostro entre las piernas y haciendo
con ese gesto que yo me dé cuenta de que miente, que no quiere clavar sus ojos
en los mío porque sabe que si lo hace yo me daré cuenta de la verdad. Ella es
un monstruo que ha dejado la humanidad atrás, no tiene conciencia, solo se deja
llevar por sus malos sentimientos.-Yo no quería…
-Sí,
sí que querías, Kate.-le contesto cogiendo aire para no hacerle lo que
realmente se merece que le haga.- ¿Qué te ha hecho? ¡ES TÚ HERMANO, JODER!
¿Cómo le vas a hacer esto?-me paro, volviendo a coger aire y acercándome a él
para poder poner mis manos encima del pecho para que el oxigeno que tanto le
cuesta a su cuerpo recurar, fluya con total normalidad. Cuando su pulso está
estable, me acerco a las marcas moradas de su cuello para hacerlas desaparecer
con magia.-Siempre te ha ayudado.
Con
ese comentario ella se levanta de un brinco acercándose a mí como una fiera,
extendiendo sus manos para darle alcance a mi cuello, teniendo las mismas
intenciones que tuvo antes con su hermano. Y yo con solo un movimiento de mis
manos hago que se quede quieta en el suelo, como si la hubiera atado.
-¡Él
nunca me ha ayudado! Solo ha estado conmigo para que los demás vieran “lo bueno
que es en todo”.-lágrimas de rabia salen de sus ojos, haciendo que yo sienta
pena de ella, realmente es estúpida. ¿Cómo puede pensar eso de Arthur, si él
vive para ella?-Seguro que piensas que estoy loca, que él es un santo, pero
nadie lo es, todos tenemos maldad en nuestro interior, unos la muestran y otros
la camuflan, mi hermano solo mira por su propio bien. ¡Incluso la santita de
Miriam tiene maldad! Solo piensa en su propio bien con Stephan.
-¡Basta
ya, Katherine, no hables así de tus compañeros! Que tu estés llena de odio y
maldad no significa que los demás sí.-me siento en el piso, mirando
directamente a sus ojos color ámbar.-Todos tenemos algo malo en nuestro
interior, eso es innegable, pero no es
como tú piensas.-ella se mueve inquita, intenta deshacer el hechizo, pero eso
para su poder es una tarea imposible.-Nosotros podemos elegir entre seguir el
mal camino o no dejarnos llevar. No todos somos malos, ¿quién demonios te metió
esa absurda idea en la cabeza?
-La
única persona que me entiende.-su respuesta me deja de piedra, no puede ser,
¿es ella una de las infiltradas? ¿Una traidora? ¿Qué paso con la niña dulce y
simpática que conocí?
-Dime
que solo estas intentando fastidiarme… Te lo ruego.
-Definitivamente
sois todos unos ingenuos, ignoran a quienes realmente deberían de vigilar y
vigilan a los inocentes.
-¿Cuándo
cambiaste, pequeña princesita?
-No
me vuelvas a llamar así, Daniel, ya no soy esa niña, nunca más.
-No
lo entiendo.
-Hace
tiempo que deje a todos atrás, no quiero ser solo su hermana.-dice señalando a
Arthur.-Con Draco soy Kate, una de sus manos imprescindibles.-al escuchar esas
palabras algo parecido al fuego se instala en mi interior, no se merece a
Arthur, no se merece a Luna, no se merece nada bueno de lo que le ha pasado,
solo es una traidora que nos odia a todos y cada uno de nosotros. Contengo mis
ganas de matarla con mis propias manos, las ganas de empotrarla contra la pared
y darle puñetazos hasta que se arrepienta de sus palabras o al menos hasta que
muera. Ella es una de ellos, nunca más será la niña pequeña que se acercó a mí
de la mano de su hermano para darme la bienvenida a mi nuevo hogar. Ella no
será jamás la niña inocente y buena. Sabía que se había vuelto dura, pero pensé
que eso tendría remedio, ahora me doy cuenta de que hace tiempo de que NUESTRA
Kate, se fue.
-Lárgate
de aquí.-digo soltándola y levantándola para empujarla lejos de la vista de su
hermano.-Nos has defraudado a todos, pero más, a Arthur cuando se entere.
Úrsula:
Salgo de la cocina de la cafetería con una
manzana y una toalla al cuello. Llevamos así, sin parar de entrenar desde que
Beatriz fue secuestrada, no lo aguanto, ahora está es mi monotonía, me paso las
horas entrenando a los demás y entrenándome a mí misma, es desquiciante. Sé que
pronto va a comenzar una guerra y que tenemos que estar preparados, pero esto
en vez de parecer una academia de magia, parece un campo de entrenamiento
militar. En una mitad del campo se practica el combate cuerpo a cuerpo, y en la
otra parte combates con magia, y la verdad, personas como yo, de complexión
débil, tenemos que hacer tanto esfuerzo en esos combates de resistencia
física, que quedamos muertos y solo te
dejan dormir 5 horas diarias, pronto tendré un colapso.
Los combates con magia, por el contrario son
simplemente increíbles, tanto cuando los observas como cuando los haces. La
habilidad del otro contrincante, aunque sea más débil, hace que estés con los
cincos sentidos alerta, haciendo que una excitación te recorra todo el cuerpo.
El colorido que hay a nuestro alrededor, mezclándose con el brillo que producen
nuestros ojos al tener un contacto tan directo con la magia, hace que todo
parezca irreal. Adoro la magia, eso está claro.
“Úrsula,
va a empezar el entrenamiento con los de clase de emergencias, ven rápido antes
de que Luna se dé cuenta.” Roxana me
manda un mensaje, avisándome de que la clase va a dar comienzo. Los de clase de
emergencias son otros de los más poderosos, antes de que la gente se separara,
antes de haber esa rivalidad entre Draco y Darío, habían dos clases A, o
sea cuarenta alumnos con un poder increíble,
pero muchos de ellos se pasaron al lado contrario, dejando muchas vacantes.
Ajuntaron a los mejores y vieron que solo quedaron veintiséis de esos alumnos y
tuvieron que hacer una clase de esos seis para no bajar el poder de estos.
Realmente los respeto por el simple hecho de no haber protestado por haberlos
apartado de los demás. Se sientan en las mismas mesas que nosotros, pero ya no podemos
hacer peleas conjuntas con ellos ya que son demasiado pocos.
Pensando en algunos de ellos, abro la puerta, encontrándome
con una Kate furiosa y asustada, entonces, cuando voy a seguir mi camino, la alarma
de un intruso suena por toda la academia, haciendo que me gire como un rayo para
seguir mis instintos. Es raro que alguien se eché a correr y que justo en ese momento
empiece a sonar la alarma, ¿no creéis? Me hago paso por entre las ramas, camuflando
el sonido de mis pisadas y utilizando un fuerte conjuro de tele transporte. Aparezco
justo delante de ella, agarrando su brazo y tirándola al suelo. Una bola de cristal
se cae de sus manos y empieza a girar por el pequeño espacio que tenemos a nuestro
alrededor.
-¡¿Qué demonios haces, Kate?!
-A ti no te importa, estúpida barbie estrafalaria.-su
comentario no tiene ningún efecto sobre mí, ella simplemente me trae sin cuidado.
-¿Qué es esto?-pregunto cogiendo la bola en la mano
y dándole vueltas.-¿A dónde te la llevas?
-No sé lo que es, pero sí que a cierta persona le
importará.
-¿De qué hablas?
-De nada, ya te darás cuenta.-me arrebata la bola
de las manos, pero en ese momento aparece alguien desde los arbustos arrebatándole
la esfera.