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lunes, 27 de febrero de 2012

Sin corazón. Capítulo 13.

Capítulo 13.

Holaa de nuevo, aquí os dejo el capítulo de esta semana, espero que os guste y, por favor dejadme algún comentario, me alegraríais la semana.
Bss

Daniel:

Entro en la biblioteca, la miro, y me da muchísima pereza tener que subir las escaleras y mirar los más de veinte mil libros que hay en esa gran planta. La verdad es que cuando ya has mirado como unos quinientos de la planta baja y haber dimitido porque son de principiantes y es imposible encontrar el tipo de libro que necesitas, acabas hartándote. Y menos mal que los que los escribieron les dio por poner una página en la que en el título pone índice y pone lo que hay en el libro porque si no estoy seguro de que podría morir… Termino subiendo, empezando a mirar los más próximos a mí. Después de varias horas ahí sentado, con una pila de libros a mi lado y sin haber encontrado nada, alguien me toca en la espalda, me giro y me encuentro con un Arthur algo ausente.
-¿Quieres que te ayude?-pregunta no muy convencido.
-Como quieras.-le contesto pidiendo para mis adentros que se siente y me ayude a buscar. En estos momentos es cuando más de menos echo a Beatriz, aunque la pobre ya tiene bastante con lo que lidiar.  Él se sienta a mi lado, coge un manuscrito de la pila y lo observa.
-¿Qué buscas exactamente?
-¿Te suena de algo “Mutare vitae”?
-Latín…-se para.- Cambio de vida, ¿un hechizo?
-Sí, ¿no te suena?
-Sí, pero no sé cuál es ahora.
-También es conocido por: iustitia peccatorum.
-¿Para qué quieres ese hechizo, Daniel?
-Más bien quiero el conjuro que lo deshaga
-Ven, creo que sé donde está.-se levanta de la silla y empieza a caminar, yo lo imito.-¿Crees que le hicieron eso a tu hermano?
-Al menos tengo la esperanza de que así sea.
-Creo que solo hay una manera de deshacerlo, pero espero que no sea esa.
-¿Es dolorosa? ¿Necesita mucho poder o algo?
-Solo necesita una cosa y dudo que tu hermano pueda conseguirlo.
-¿El qué?
-Primero déjame comprobarlo.
-De acuerdo.-pasan varios minutos antes de llegar a la parte de atrás de la biblioteca, Arthur mete la mano entre varios libros y saca una llave, luego da varios pasos y la mete en un sitio que no consigo ver, la estantería que está enfrente de nosotros se abre y Arthur entra, yo le sigo y según entramos en la estancia la puerta se cierra tras de mí.
-¿Qué demonios…?-Arthur me mira y se ríe.- ¿Qué es este lugar? ¿Por qué no sabía que existía?- camino agarrado a la pared ya que no hay luz.
-Aquí se guardan los ejemplares más antiguos, los primeros manuscritos, libros muy poderosos que no pueden estar al alcance de todos.
-¿Pero por qué yo no sabía nada?
-Daniel, serás el favorito del señor y también uno de los más poderosos, pero aun así hay cosas que no se te pueden contar, nadie en este sitio sino “Él” sabe todas las cosas que guarda este lugar. Entre las paredes de este sitio hay millones de secretos y cada familia  guarda uno, a mi me toco este y espero que no se te ocurra decir nada, ni a Beatriz.-por alguna razón Arthur se pone rojo al decir su nombre. Lo dejo pasar, ya después me lo tendrá que contar.
-¿Pero qué clase de hechizos hay aquí?
-Sobretodo hay de magia negra, por eso está tan escondido, ni Kate que es de la familia sabe esto, sería demasiado peligroso.- Miro la estancia ya que por fin Arthur le da al interruptor de la luz. Es una especie de cueva con libros apilados y llenos de polvo por todos lados, Arthur se pierde en el lugar, yo me siento en una silla de madera que encuentro por ahí y cojo un libro, lo dejo en el sitio ya que está escrito en una antigua lengua.
-¿Crees que está aquí lo que busco?
-Creo que sí. Una vez intenté colocar este lugar pero me resulto imposible, bueno el caso es que cuando los estaba mirando para clasificarlos según el tipo de magia vi ese hechizo. Si nadie se lo ha llevado supongo que seguirá aquí.-asiento para mí. Arthur tose y se acerca a mí con un libro de tapa de cuero negro, no veo el título, pero cuando me lo enseña está por la página que tanto había buscado. Dejo el libro en la mesa, hay un dibujo abstracto que llena casi toda la página, no consigo descifrar que es, me olvido de eso y leo:
Oblivisci dilexit ones, oblivisci ese amoris, tardius moriens sicut wilted flos. Nuncdebit um ad qui creditis.
Leo esas palabras, traduciéndolas para mis adentros: Olvida a tus seres queridos, olvida la existencia del amor, muere lentamente como una flor marchita. Ahora, obedece a quien te crea y ven a tu nueva vida.
-Ese es el hechizo.-le da la vuelta y me enseña una hoja totalmente escrita, doy un suspiro de alivio al ver que está en mi idioma, ya que si no estoy seguro de que me puedo pegar la vida descifrando las palabras de ese estúpido libro. Examino la página.
-Este hechizo es demasiado poderoso, por lo tanto cualquier mago no puede ejecutarlo.
-Las personas que están bajo la influencia de este encantamiento serán los títeres de su amo -su creador-.
-Solo debe utilizarse en caso de desacato a las reglas ya que el uso indebido puede llevar al mago/a a la horca.
Importante:
La única manera de que este hechizo termine es que la victima mate a su creador, desobedeciendo completamente a su amo, por alguna causa mayor- el mago afectado, tiene que hacer que sus sentimientos se activen ya que estos han sido ocultados o dormido-.
Si por alguna razón el mago creador muere por otra causa, el lacayo -la víctima- morirá con él.
Suelto un grito ahogado, definitivamente mi hermano está perdido, jamás le recuraré.
-Hay esperanza, Daniel.-niego.
-Es imposible que él lo mate, Arthur, es totalmente imposible y como intenten matar a Draco, lo perderé definitivamente, no habrá ninguna esperanza.-Arthur me mira sin saber qué hacer, no hace falta saber en que está pensando. Esto va a ser un reto y, de los grandes.
-Se nos ocurrirá algo.

Beatriz:
Me bajo del coche, llevamos toda la mañana viajando, estoy agotada pero también ansiosa por llegar a mi casa. Miro la estancia, hace solo un par de semanas que me fui de ese lugar y parece que de eso ha pasado una eternidad. Camino por el camino de piedra que hay para llegar a la entrada, me giro y veo que Stephan y Miriam se quedan en la puerta de la furgoneta para dejarme un poco de intimidad y entonces veo el característico buzón rojo chillón que hay al lado de la pequeña vaya blanca, pongo la mano en el pomo de la puerta y las lágrimas salen de mis ojos. Empujo la puerta y me doy cuenta de que está cerrada, es la primera vez en toda mi vida que me he encontrado la puerta así, me agacho, levantando la alfombra de paja que pone bienvenido para coger la llave que hay ahí. Abro la puerta, no huele a comida, no huele al perfume de mi madre, simplemente huele a vacio una fragancia nueva para mí. Entro en el salón, dejo las llaves en la barra. Los colores  de ese lugar son tan vivos… las paredes naranjas, los sillones verdes con los cojines del mismo color que las paredes, un mueble de madera grande mantiene a la izquierda la televisión y algunas fotos de mi madre y de mí, cojo una y vuelvo a llorar, es evidente que no está, no hace falta ni que suba a la planta de arriba para comprobarlo. Solo con ver la casa me doy cuenta de la realidad. Vuelvo a dejar la foto en su sitio, me acerco a la mesa de cristal que está situada en el centro de la estancia, un marco verde y blanco mantiene una foto de mí con un traje precioso color marfil. Subo las escaleras ya que supuestamente he venido para coger mis cosas, entro en mi habitación, con la que me identifico totalmente, puede que no se parezca a mi exterior, pero si a mi interior.
Las paredes son azules, la colcha de la cama de matrimonio que está en el centro es de rayas rojas, verdes, azules y lilas, hay un ropero blanco a la derecha, y un escritorio a la izquierda. Las paredes tienen varias fotos y un gran cuadro de la ciudad de Londres. Me acercó al ropero, cojo una bolsa y empiezo a echar dentro todo lo que pillo en el armario hasta que este se queda totalmente vacío, luego me acerco al escritorio, cogiendo solo mi diario y mi portátil. Liego voy a la estantería que está encima de la cama e intento escoger mis libros favoritos, lo cual me cuesta mucho. Salgo de mi habitación y entro en la de mi madre, Todo es blanco a excepción del edredón de la cama y las cortinas que son lilas, me acerco a su mesilla de noche, sentándome en la cama y respirando la limpia fragancia de lavanda que tanto caracterizaba a mi madre. Me inclino para coger su pulsera y me encuentro con un folio doblado por la mitad, con mi nombre en un lado.
Si estás leyendo es que tu querido padre te ha dejado volver a casa. Beatriz, no estoy muerta, apáñatelas para escaparte de las personas que están contigo y ven a encontrarte conmigo en el parque al que te llevaba de pequeña. Te quiero mi bebé.
Keila.
Definitivamente es la letra de mi madre.

lunes, 20 de febrero de 2012

Sin corazón. Capítulo 12.

Capítulo 12.

Holaa a todos de nuevo, como ven al final no tuve ningún problema para subir un nuevo capítulo, solo os digo que espero que os guste y que va dedicado a Miriam.
Bss

Miriam: 
Tengo a una Beatriz malhumorada a mi lado. Desde que entré en el despacho de “Él” no ha pronunciado ni una sola palabra, aunque a lo mejor ni siquiera la ha pronunciado antes. Miro a “El señor” que observa a su hija, la verdad es que no sé en que está pensando y tampoco sé que hago yo en su despacho, un domingo a las ocho y media de la mañana.
-Beatriz.-habla por fin su padre rompiendo el silencio.-Yo tengo algunas cosas que hacer, no podré ir contigo.-ella no se mueve, no hace nada, ni un simple gesto, solo se queda callada, y no pierde de vista el suelo. No entiendo que ve en esa estúpida alfombra de terciopelo azul.- ¿Beatriz, me has escuchado?
-Sí, solo estaba pensando.-la miro callada, observándola, y simplemente no la entiendo, normalmente soltaría algún comentario jocoso, pero no, ¿está vez que hace? nada.- Tampoco pretendía que dejaras tu importante trabajo para llevarme, supongo que tendré que ir otro día.-dice resignada y se levanta de su silla.
-No tan rápido. ¿Quién ha dicho que no vas a ir?-pregunta “Él” deteniendo a su hija.
-Pero has dicho que…
-Que yo no vaya no significa que no puedas ir.
-Esto es raro, a ver un momento, ¿tú eres realmente mi padre?-pregunta frunciendo el ceño. De acuerdo, esto lo veo más normal en ella. Su padre levanta una ceja y ella se encoje de hombros.
-No exageres, te va a acompañar alguien.
-¿Quién? Si solo confías en Daniel y Arthur y ellos definitivamente no pueden ir.
-Ya, estoy al tanto, pero no solo están ellos, hay alguien en quien también confío mucho y es capaz de protegerte.-en ese momento Beatriz me mira y encaja todas las piezas.
-Ella.-concluye.
-Exacto.
-¿Señor, está usted seguro de esto?-hablo por primera vez yo desde que llegué.
-Miriam, eres capaz y lo sabes.
-Yo no estoy tan segura de mi capacidad de combate, yo soy más de las que arreglan dialogando.
-Puede ser, pero hoy tendrás que dejar esa parte de ti a un lado, al menos si hay un peligro cerca.-no replico, ya que sería estúpido, es mejor no cabrearlo.
-¿Necesito preparar algo para el viaje?
-Si quieres buscar un crucigrama, puedes hacerlo, la última vez yo, me quede dormida y aun así el viaje se me hizo eterno.-dice Beatriz saliendo por la puerta y haciendo que suelte una pequeña carcajada, la cual intento que sea lo menos sonora posible.
-Síguela lo más de cerca que puedas, sin darse cuenta se puede meter en grandes líos.
-¿Crees que pase algo?
-No lo sé, ella atrae los problemas como si nada.-asiento y salgo de la estancia, caminando algo rápido hasta llegar a Beatriz.
-¿Miriam, no?-asiento.-Siento lo de la última vez, no es que tuviera nada contigo, solo es que sentía la necesidad de saber que estaban haciendo.
-No te preocupes, en cierto modo lo entiendo.-seguramente yo jamás haría algo tan temerario como lo que ella había hecho, no por miedo, sino porque simplemente me enseñaron a que si decían que una cosa era negra, yo lo tenía que aceptar, aunque mi instinto dijera que es blanco y tuviera la curiosidad de saber porque decían aquella barbaridad.   
-Una pregunta…-me paro esperando su consentimiento, ella me mira y yo lo tomo como un: suéltalo.- ¿A dónde vamos?
-A mí casa, quiero recoger un par de cosas y…-se detiene y agacha la cabeza.
-¿Y…?
-Nada, son solo cosas mías.
Salimos de la academia, montándonos en la furgoneta negra tan característica de este lugar, me siento al lado de la ventana y Beatriz se sienta en frente de mí. La puerta que estaba cerrada se abra para dejar paso a un chico de ojos verdes, con algunas manchas marrones. El pelo del chico que es de un marrón oscuro, está alborotado haciendo que tenga una pinta casual, su nariz es ligeramente puntiaguda, y sus labios son finos, es alto y fornido y pienso que nadie en este mundo puede ser más perfecto. El chico sonríe al verme, sentándose a mi lado y cogiendo mi mano. Sigo igual de enamorada de él como el primer día o incluso puede que más.
-Hola.-le saluda Stephan a Beatriz, ella mira nuestras manos entrelazadas, luego sonríe y le saluda con la cabeza.-Soy Stephan.
-Yo Beatriz.
-Lo sé, es imposible no saberlo.
-Supongo que es lo que tiene tener como padre al jefe del garito.-me hace gracia su comentario y ella sonríe por mi reacción.
-Sí, supongo que eso es lo que tiene.-contesta Stephan.
Miro por la ventana, sin saber qué hacer ni que decir. No es la primera vez que estoy con ella en un espacio cerrado, y con nada que hacer, pero aun así no sé qué decirle. Estaría bien preguntarle por sus gustos, para conocerla mejor, pero no puedo, me da miedo preguntarle algo que la incomode.
-¿Sois pareja?-pregunta ella, sacándome de mis pensamientos, haciéndome entender que no tendría que haber pensado tanto ya que ella no le da vueltas a las cosas, las suelta sin más, sin preocuparle lo que puedas pensar de esa pregunta.  Y la miro, no me molesta la pregunta, realmente me parece una pregunta normal, pero aun así me la quedo mirando con envidia ya que yo no soy así, no puedo.
-Sí.-contesta Stephan con una sonrisa.-Llevamos desde los doce años juntos.
-Eso es mucho tiempo.-dice Beatriz en voz baja, sonrío y le quito la vista de encima para posarla en él, mi amor.
-Sí, pero jamás me cansaré de estar a su lado.-contesto yo.
-Yo la quiero incluso más que cuando empezamos a salir.-Beatriz sonríe para sí, como si en ese momento viajara algún lugar y se perdiera allí.
-¿Y tú tienes pareja?-le pregunto volviéndome valiente durante al menos unos segundos, ya que ese sentimiento se esfuma cuando Beatriz levanta la cabeza y me mira, parece confundida. Desvío la mirada, ya que a veces mi curiosidad es tan grande que se nota simplemente con mirarme a los ojos.
-Realmente no lo sé.-contesta ella.
-¿Por qué dices que no lo sabes?-pregunta está vez Stephan.
-Pues porque no hemos definido nuestra relación, o al menos desde mi punto de vista.
-¿Los has besado y él te ha correspondido?
-Más bien al revés.-dice contestándome.
-¿Lo conocemos?
-Sí.
-¿Es Arthur?-pregunto al recordar de que suelen estar juntos.
-No… ¿Por qué lo piensas?
-Solo te he visto con él y con Daniel pero…-me paro, cayendo en lo evidente.- ¿Es él?
-¿Tiene algo de malo?
-No, es que nunca me lo hubiera imaginado, él nunca ha salido con nadie.-ella asiente y se gira, sumergiéndose en sus pensamientos y desconectando de la conversación. Miro a Stephan que se encoge de hombros, me inclino hacia él, apoyo mi cabeza en su brazo y cierro los ojos, esperando un gran viaje.
“Él”
Me levanto de mi silla, salgo de la academia y me subo en el Ford fiesta negro, enciendo el motor y me quedo varios segundos ahí, pensando y mirando a la nada. ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Por qué Jones me llamó tan alarmado? Aprieto el acelerador y salgo de allí ya que hasta que no llegue a la comisaría no sabré que pasa.
Voy a tal velocidad por la autopista que sobrepaso a la furgoneta negra que hace una media hora que salió del mismo lugar del que yo vengo. Hago un hechizo para que él coche se haga invisible y me alejo. En una media hora llego a mi destino, quitando el conjuro en la esquina. Me bajo del coche y entro en el edificio de piedra gris. Pregunto en la entrada por Jones y un hombre bajo, gordo y calvo me acompaña hasta dentro, donde lo único que se ve son un montón de mesas con cabezas. Me desplazo hasta la otra punta pisándole los talones a ese viejo hombre, que aunque no lo parezca está en muy buena forma, a lo de rapidez me refiero,  ya que en otras cosas…
Toca en la puerta y abre al escuchar la voz de su jefe al otro lado, entra y yo con él.
-Señor, lo estaba esperando.- dice mientras se levanta de la silla.- López, puede irse.-el hombre asiente con la cabeza y me echa un último vistazo antes de cerrar la puerta.
-¿Qué es lo que pasa?
-Señor, no lo entiendo.
-¿A qué te refieres?
-Acompáñeme.-es lo único que dice. Sale del despacho, sigue a la derecha, se mete en un pasillo de pareces blancas y suelos negro, llega al final, donde hay dos puertas, abre la de la derecha, enciende unas luces fluorescentes y empieza a bajar a toda prisa las escaleras que hay delante de nosotros. Llegamos a bajo y veo que en la parte izquierda hay un laboratorio o algo por el estilo y hasta que no estoy dentro no me doy cuenta de que es una morgue. Jones camina al lado de todas esas camillas con algo de prisa, como si no soportara estar ahí, se para en una que está vacía y me mira.
-Señor, aquí debería de estar su mujer.-yo lo miro y entonces recuerdo. 

martes, 14 de febrero de 2012

Aviso importante!!

Hola a todos los seguidores del blog, por un pequeño problema no puedo subir capítulos (se me rompieron los cables del internet, me quede sin ordenador y me va a costar subir los caps, pero lo intentaré). Os estoy escribiendo rápido en el ordenador de una amiga, por si os preguntáis como estoy escribiendo esta entrada, no he podido responder a los comentarios, pero no dejéis de escribirme para así cuando vuelva sentirme un poco querida y con trabajo por delante, bueno os dejo que me tengo que ir. Ahhh y por cierto: Feliz San valentin a tod@s.
Bss

lunes, 13 de febrero de 2012

Sin corazón. Capítulo 11.

Capítulo 11.

Holaa a todos :D aquí os dejo el capítulo de esta semana, que por cierto va dedicado a Laura, por haberme ayudado a hacerlo :P La verdad es que a mi este cap me hace mucha gracia y espero que a vosotros también, os dejo para que disfrutéis de él.

Laura: 
Estoy cansada y hambrienta, Kate me levantó muy temprano para informarme sobre lo que estaba pasando y ni siquiera me dejó desayunar como es debido. Voy a mi habitación para cambiarme de ropa, no quiero seguir con esta camiseta blanca holgada y estos vaqueros viejos. Entro en mi habitación y lo primero que noto es el refrescante olor a fresa de mi perfume, termino de entrar y observo la habitación con la que tantas cosas he compartido, me siento en la cama y me tiro hacia atrás, pasando las manos por encima de la colcha de corazones. Creo que hice mal en acostarme, ahora no me quiero levantar.
Suena el móvil y miro el número, es mi madre.
-Hola.
-Hola, princesa.-sonrío al escuchar la voz de mi padre al otro lado del teléfono, normalmente está de viaje y nunca tiene tiempo para hablar conmigo.
-¡Papá! ¿No estabas en Nueva York?
-Acabo de llegar y ya me marcho, por eso te llamo. No quiero que te enfades.
-Tú siempre tan ajetreado.
-Lo siento, cariño.
-No te preocupes, lo entiendo, es el trabajo.
-Exacto.-sonrío, aunque no esté mucho con nosotros y conmigo menos que con ninguno, sé que nos quiere a mí y a mi madre.-Te he traído un regalo, tú madre te lo llevara en cuanto pueda.
-Vale.
-Bueno cariño, me tengo que ir,  ten cuidado ¿vale? Ya me he enterado de lo que ha pasado hoy.
-No te preocupes por mí, se cuidarme sola.
-Yo solo digo, no quiero que te pase nada.
-Adiós papá.
-Adiós, Laura.-cuelgo y me acercó al armario para sacar otro pantalón y una camiseta más digna, me visto y salgo.
-Lo siento.-me he estampado con alguien y por poco me caigo, pero la persona con la cual me estampo me agarra ágilmente, abro los ojos, después de haberlos cerrados para esperar el impacto y me encuentro con unos preciosos ojos color ámbar, los cuales estoy acostumbrada a ver pero en otra persona. El corazón se acelera para después pararse de pronto ya que caigo en la cuenta de que nuestros labios están separados por solo unos pocos centímetros.  Sus labios anchos y rojos, me parecen tan apetecibles en estos momentos que me cuesta bastante mantener la compostura, vuelo a mirar sus ojos y, en ese momento me veo reflejada en ellos ya que brillan con las que seguramente son las lágrimas que quieren salir.
-¿Te pasa algo?-él sin darse cuenta se acerca un poco más, haciendo que nuestros labios se rocen al yo hacer la pregunta. Pienso que me va a besar pero justo cuando lo creo, gira su cabeza, dándome un abrazo y poniéndose recto. Mi respiración es entrecortada. Nunca. Jamás, Arthur me había abrazado ni había estado tan cerca de besarme, y el solo hecho de que lo haga, hace que mi sueño se haga realidad.

Beatriz:
Domingo. Por fin. Ese sábado, había sido el más largo de mi vida, había pasado por muchas cosas y solo una de ellas, es buena, había conseguido enamorarme por primera vez y conseguir al chico sin ningún problema, todo un merito para alguien como yo, que no he conseguido nada aceptable en mis quince y miserables años de vida. Miro la ventana, esta amaneciendo, probablemente sean las siete de la mañana, pero no puedo seguir durmiendo. Hoy vuelvo a mi casa, la cual no tiene nada que yo realmente desee. Esa casa para mí es solo un recuerdo ya que la persona que hacía que esa casa fuera un presente y que fuera muy real, era mi madre, la cual, como sabréis, ha muerto. Solo vuelvo para sentirme por última vez cerca de ella, para poder coger fotos y cosas que no me dejaron coger la otra vez. Pero ¿sabéis? No solo vuelvo por esa razón, quiero asegurarme de que realmente ella no está, porque sí, he visto las fotos, me ha llamado un desconocido y mil cosas más, pero hasta que yo no entre en esa casa y no la vea a ella en la cocina haciendo un pastel o en la cama de su habitación, durmiendo como tantas veces me la he encontrado, no me lo voy a creer de verdad.
Salto de la cama, cojo ropa limpia y salgo de mi habitación con el champú, el gel y la crema en la mano. El baño está al final del pasillo, a la izquierda. Normalmente voy a la derecha, ya que a la izquierda solo hay habitaciones, habitaciones y un enorme baño con duchas, es temprano y nadie se ha levantado aun, entro y ni siquiera se han encendido las luces. Lo único que odio de este lugar, es que no solo tengo que compartir el baño con las chicas, si no que para mi desgracia es mixto y todas las personas que vivimos en este piso venimos aquí.
Me meto en el primer cubículo, y abro la cortina mientras abro el agua caliente, vuelvo a salir y dejo la ropa al lado del lavamanos y me miro en el espejo, estoy horrible, no he dormido casi nada. Me lavo la cara con agua fría, a ver si consigo quitarme los malos pensamientos de la cabeza. Sé que suena estúpido ya que me voy a duchar, pero con el agua caliente no es lo mismo. Vuelvo al cubículo, me quito la ropa y veo como se cuela el humo entre las cortinas, me meto con cuidado. Está en su punto, cierro los ojos, relajándome, pensando en intentar no pensar, algo realmente idiota que solemos hacer a veces. Busco a tientas el champú y no lo encuentro, abro los ojos y veo que el recipiente blanco que pone champú en lila no está y me maldigo interiormente.
Cierro el grifo y salgo de la ducha resbalando en el piso frío, aunque no llego a caerme ya que me agarro a la pared. Quito el pestillo de la puerta y empiezo a caminar hacia el lavamanos. Oigo que la puerta se abre y que algo se cae al suelo, me giro, rezando para que sea una chica, pero mis esperanzas se acaban cuando al girarme me encuentro con Arthur. Se me queda mirando, en estado de shock y yo intento correr hacia el lugar donde están mis cosas, haciendo que el charco de agua que se ha formado en el piso por estar ahí parada me haga resbalar y está vez para mi desgracia la pared que me ayudó antes no está. Me caigo de culo y me quedo sentada, miro a Arthur el cual se ha echado a correr en mi dirección para ayudarme a levantarme. Me extiende una mano, yo miro mi cuerpo desnudo e intento taparme, él se da cuenta de lo que estoy haciendo, se da la vuelta y coge las cosas que se le han caído, tirándome la toalla que está entre esas cosas. La cojo al vuelo, poniéndome de rodillas para taparme, me extiende la mano otra vez y la acepto, me mira la cara y yo la aparto incapaz de mirarlo a la cara ya que mis mejillas, normalmente blancas como la cal, están rojas, tanto que se podrían confundir con dos tomates.
-Ya me la devolverás.-me dice con la voz algo ronca, me giro, soltando su mano, cojo mis cosas y le extiendo mi toalla, él la acepta y se mete en uno de los cubículos, yo hago lo mismo, volviendo a abrir el agua. Me ducho a la carrera para no encontrarme con él al salir, pero cuando termino, veo que no soy la única que ha tenido esa idea. ¿Vosotros también pensáis que estoy gafada, verdad? ¿Desde cuándo se tiene tan mala suerte de salir a la misma vez de un sitio con la persona que no quieres ver? Nos miramos y apartamos la mirada a la vez. ¡Me da mucha vergüenza mirarlo a la cara!
Me acerco al espejo, dejando mis cosas en una pequeña mesita de mármol negro y empiezo a peinarme, cosa que me resulta fácil ya que la crema hace milagros.
-Beatriz, lo siento, si yo lo hubiera sabido no hubiera entrado.-asiento, intentando pasar de él, se da cuenta pero no se da por vencido.- ¿Por qué estas despierta tan temprano?
-Lo mismo te podría preguntar yo a ti.
-No podía dormir, ¿lo tuyo?
-Voy a irme.
-¡Beatriz, no puedes escaparte! Ahí fuera hay demasiados peligros…-dice malinterpretando mis palabras.
-No me voy a escapar.-digo mirándolo a la cara, me mira durante unos segundos, luego aparta la cara recordándome lo que acaba de pasar y haciendo que mire mi reflejo en el espejo.-Vuelvo a mi casa a buscar un par de cosas, “mi padre” va conmigo o eso creo.
-¿Me dejas acompañarte?
-¿En serio quieres?
-No me gustaría que lo que acaba de pasar me aleje de ti.-no le contesto porque la verdad es que yo tampoco. Es mi único amigo, quien me hace reír y quien me cuida cuando estoy sola. No lo quiero perder, pero hasta que no pase al menos un mes no lo voy a poder mirar.
-Mejor otro día.

lunes, 6 de febrero de 2012

Sin corazón. Capítulo 10.

Capítulo 10.
Daniel:

El capítulo es algo corto, pero me he visto muy apurada para escribirlo, espero que os guste y ya el próximo intentaré que sea más lago. Bss

Lleva tiempo esperando mi respuesta, la cual me cuesta pronunciar. ¿Cómo se le ocurre preguntarme solo eso y encima pronunciarlo en tono burlesco, después de tantos años sin vernos? No le contesto porque mi estado de shock no me lo permite.
-¿Te pasa algo?-sigue sonriendo, ¿de verdad es él?
-¿Damon?-pregunto indeciso.
-¡Te acuerdas de mí! Pensé que no me habías reconocido.-suelta una carcajada.-Aunque es estúpido teniendo en cuenta que nuestros ojos son idénticos.
-¿Cómo te voy a olvidar?-pregunto sin hacerle caso a su último comentario.
-No sé, son muchos años.
-Damon, pensaba que habías muerto…
-Bueno, es que el Damon que tú conocías lo ha hecho.
-¿Por qué dices eso?-pregunto desconcertado.
-Porque es la verdad, el niño que tú conocías hace mucho que desapareció, en mi solo queda lo que ves, maldad y algo de ¿sarcasmo?-me mira con una sonrisa triunfante.-Solo tienes que ver lo que le hice a tu amiga, la verdad es que me lo pase muy bien matando a su madre.-mira a su alrededor.-No le digas nada, pero la torturé un poco, seguro que si se entera, la próxima vez no tendré tanta suerte.
-¿Por qué eres así?
-Simplemente me gusta.
-¿Cómo te va a gustar matar gente, Damon? Eso no es humano.
-A ver Daniel, no te alarmes tanto. ¿Qué esperabas? Hace años que no me ves, estoy cambiado, me gusta matar gente, pero no te preocupes sigues siendo mi hermano…-me dio la sensación de que esa afirmación era para ponerme aprueba, me dio la sensación de que esa afirmación era para que yo dijera lo que sentía.
-Tú ya no eres mi hermano.-dije mientras me daba cuenta de que mitad de mi corazón se venía abajo
-¿Te acostado decirlo?-sonríe de nuevo.-No hace falta que contestes, se nota en tu cara.-se gira y empieza a caminar.-Ya nos veremos, y que sepas que la próxima vez no seré blando contigo, hermano.-la última palabra la alarga y sé que sonríe al pronunciarla ya que para él no significa nada, pero para mí lo significó todo.
Beatriz:
Miro la cara de mi madre que se ha quedado parada en la pantalla. Se ve tan joven, tan frágil, tan linda… Las lágrimas siguen cayendo por mis mejillas, me siento mal, a mí también me hubiera gustado despedirme de ella. Solo me hubiera gustado pasar un segundo más con ella, decirle adiós.
 Oigo un ruido y me doy la vuelta, no hay nadie, pero siento como si hubiera alguien ahí. Suspiro, me estoy volviendo loca, tantas cosas en poco tiempo me están volviendo majara. Me levanto de la silla, quiero saber si mi padre sería lo suficientemente amable como para dejarme volver a mi casa por al menos una tarde, salgo de la habitación y camino hacia su despacho con paso decidido. Llego a la puerta de la entrada y veo que alguien entra cabizbajo por ella. Daniel no se ha dado cuenta de mi presencia, me acerco a él y levanta la cabeza.
-No es justo Beatriz.-me mira con ojos tristes.-Hubiera preferido no volverme a encontrar con él.
-Daniel, no digas eso, está vivo, todavía hay esperanza de que cambie.
-Creo que no.-suspira.-Antiguamente, los magos utilizaban un conjuro para borrar la memoria, es un hechizo muy potente que hace que olvides los sentimientos que tuviste algún día y, te deja como una marioneta la cual hace todo lo que su creador dice. Realmente no se utilizaba para este tipo de cosas, sino más bien para delincuentes que la policía no conseguía atrapar o con magos que incumplían las normas-se para a coger aire ya que todo eso lo ha dicho de carrerilla.- Creo y estoy casi seguro que Draco ha utilizado ese hechizo con mi hermano.-lo miro perpleja y veo como realmente piensa eso.
-¿Podrías probarlo, hacer algo? No se…
-Creo que sí, pero tendré que leer los viejos manuscritos y eso me va llevar mucho tiempo.
-Me gustaría ayudarte, pero yo también tengo que luchar con mis fantasmas, por decirlo de alguna manera.
-No te preocupes, te entiendo.-me da un beso en la frente.-Acaban de asesinar a tu madre, si termino pronto te ayudo.-me dedica una sonrisa, se da la vuelta y desaparece en la biblioteca, haciendo que yo me concentre en lo mío.
Toco en la puerta de mi padre y entro sin esperar su respuesta, la verdad es que no me importa si está ocupado o no, solo quiero que me lleve a mi casa.
-¿Beatriz, que haces aquí?
-Quiero ir a mi casa, tengo asuntos que resolver.
-Antes que nada, necesitas confirmar una cosa
-¿El qué?
-Beatriz, tu madre fue asesinada, tienes que identificarla.-suspiro, ¿cómo pretende que afronte eso? ¡Me puede dejar traumatizada de por vida! Joder que es mi madre, estoy segura de que mi madre no aprobaría esto
-¿A dónde tengo que ir?
-A ningún sitio, están aquí, o al menos con la persona que tienes que hablar.-me mira.-Es un amigo mío que ha cogido el caso, solo tienes que identificar el cadáver.
-No tendré que responder a una serie de preguntas ni nada por el estilo, ¿verdad?
-No, de eso ya me he encardado yo.
-Vale.-oigo unos golpes detrás de la puerta y me giro.
-Puedes pasar, Jones.
-Gracias, señor.-“Mi padre” sonríe y se levanta para darle la mano al señor. El hombre que está delante de mi tiene el pelo oscuro, no se precisar si es negro o castaño oscuro, pero en todo caso tiene algunas canas. Sus son ojos rojos, tiene una nariz fina, unos pómulos bien marcados, unos labios gruesos pero pequeños, es alto, pero no como para sobrepasarlo a “Él”, su piel parecida a la de un muerto, está lisa y estoy segura de que no pasa los cuarenta años.
-Jones, está es mi hija Beatriz, Beatriz, esté es Jones, jefe de policía y padre de Valeria y Roxana.-Ya decía que sus ojos me resultaban demasiado familiares. El hombre me extiende una mano la cual yo estrecho.
-Tengo que hacer esto rápido, tengo que volver a la casa.
-De acuerdo.-el tal Jones saca de un maletín una sola foto y me la entrega. Las lágrimas vuelven a salir cuando veo la cara de mi madre la cual está más blanca que la hoja de un papel.
-Es ella.-susurro, el hombre me quita la foto con brusquedad y la guarda.
-Jones, la chica podría ir a la casa a coger un par de cosas.
-Por supuesto, esa casa ahora para a ser de su propiedad, señor, mañana mismo puede ir.
-Mañana nos pasaremos por allí.