Capítulo 22.
Beatriz:
Sus palabras resuenan
en mi cabeza, su precedencia me aterra, solo quiero salir de aquí. ¿Quién
demonios me mando a enfadarlo? Mi orgullo, supongo. Mira que a veces es
inoportuno. Mi cuerpo tiembla y ni las manos ni las piernas me responden. No
puedo hacer nada, solo esperar mi fin.
Un gemido sale de mi
boca, tengo miedo, mucho miedo, Damon sonríe, haciendo que un escalofrío
recorra mi espalda. De un parpadeo se posiciona encima de mí y me hace gritar
por el susto, pero me tapa la boca con la mano.
-No
grites.-susurra.-Y escúchame.-coloca sus piernas a mis costados y se concentra
en algo que no consigo descifrar, su mente está protegida por un fuerte
hechizo, el cual no puedo derribar. Después de estar varios segundo mirando la
nada se acerca a mi oído lentamente.-Te juro que no te voy a hacer nada, solo
te pido algo, delante de la gente respétame o al menos no me contestes. No
quiero hacerte daño, solo estoy aquí porque quiero proteger a mi hermano.-esas
palabras me confunden, no entiendo nada y aunque en cualquier otro momento
hubiera dudado de él, ahora no lo hago, sus palabras, por primera vez están
llenas de amor y cariño. Del Damon que conocí no hay absolutamente nada.-Lo
siento, de verdad, por todo.- lo quito de encima de mí y me pongo a dar vueltas
por la habitación.
-¿No dijiste en el
coche que no volverías a decir esas palabras?
-Sí, pero es que
estaba nervioso, fue la primera vez que dije esas palabras en mi vida, aunque
me voy a tener que acostumbrar, le tengo que pedir perdón a muchas personas.
-No entiendo nada.
-Beatriz, yo no
quería matar a tu madre, yo no quería secuestrarte, yo no quería hacer nada de
lo que estoy haciendo.-se para y me mira a los ojos, la tristeza en estos es
perceptible.-Cuando era pequeño me tuve que ir con Draco para salvar a mi
hermano, por eso creo que Daniel tiene cierta debilidad conmigo, porque gracias
a mi está vivo.-se para, levantándose de la cama y acercándose a la puerta, se
concentra durante unos segundos y crea una capa insonora para que nadie pueda
escuchar nuestra conversación, solo yo, que estoy dentro de esta burbuja, la
puedo sentir.-Tenía 8 años cuando Draco apareció en mi casa con Goliat, el tipo
que nos intercepto en la carretera.-aclaro, ya que yo no tenía ni idea de quién
era Goliat.- Vinieron en busca un arma, el "Morte ad eos cor"-con mi
poco conocimiento del latín, pude entender esas palabras: "Muerte al Sin
corazón".-Es la único arma capaz de mataros, hace que vuestro corazón
vuelva a latir, haciendo que la tan potente magia que poseéis, os consuma.-me
mira.-Yo le entregué una falsa, aunque eso no lo supe hasta el otro día, cuando
observaba a mi hermano desde una ventana y vi la verdadera bola.-sus ojos
estaban ausentes, con un brillo extraño.-Yo solo le di un mensaje en clave a mi
hermano, el cual al pasarlo a su mente se traducía, yo no sabía nada,
seguramente mi madre lo tenía todo planeado, yo sabía el conjuro letal y sería
yo quien acabará en manos de Draco.-se sienta en el piso y cruza las
piernas.-Draco solo me llevo para sacarme "las palabras mágicas" y
después de eso tenía intención de aniquilarme, pero algo en mí, supongo que mi
supuesta maldad, lo hizo cambiar de parecer.-traga saliva al recordar algo.-Me
torturo durante años para que me olvidará de mi hermano, para que lo odiara,
incluso llegó a utilizar un conjuro que me convierte en un títere, utilizando
un antiguo hechizo, el “iustitia
peccatorum”, pero ni eso consiguió que me olvidará de mi hermano, el
recuerdo de él nunca se esfumó, es mi hermano, joder, nunca lo olvidaría, pero
Draco no lo entiende, lo único que tiene dentro de él es maldad.-me mira y ve
que mis ojos están abiertos como platos.-Después de muchos años sin que se
enterara de lo que hay en mi corazón, me pillo observando a mi hermano con una
sonrisa tierna en la cara, ¿cómo no sonreír cuando mi hermano se había
enamorado?-se ríe.-El problema es que se enfadó muchísimo y reforzó ese
estúpido hechizo, funciono durante un tiempo, hasta que encontré un sentimiento
más fuerte que él de obedecer a mi “Amo”, ya no solo es por el amor a mi
hermano, sino por el amor a otra persona.
-¡¿Ya no eres
malo?!-grito, de todo el repertorio que me ha echado con lo único que me he
quedado es con eso y con lo del conjuro. Él niega con la cabeza, suelto un suspiro
de alivio.-¿No me vas a hacer daño?-vuelve a negar con una sonrisa divertida
que se le acaba de aparecer en el rostro.
-Pero te pido que no
me desafíes sino me harán torturarte delante de todo el mundo y eso no lo podré
arreglar.-yo asiento y me pongo enfrente de él, mirándole directamente a los
ojos y el me aguanta la mirada. Seguramente esto hace unas semanas no lo podría
haber hecho ni de broma. Me hubiera sentido expuesta. Desnuda. Ya no me siento
así, ya sé que es algo normal.
-Lo intentaré.-sonrío
sinceramente y le doy un abrazo, no es propio de mi, para nada, pero me
tranquilaza saber que no voy a sufrir antes de morir.
-¿Y esto por qué?
-Por ser bueno.-me
separo y me vuelvo a sentar, mirando a la ventana.-Al menos así no voy a sufrir
tanto antes de mi muerte.
-No vas a morir, jamás
lo voy a permitir.-desvío la mirada de la ventana, me resulta raro su
comportamiento, normalmente es arisco, malvado, supongo que después de mucho
tiempo está mostrándose tal y como realmente es.
Arthur:
Oigo
que la puerta se abre, pero sigo a lo mío, en estos momentos no me importa la
gente de mí alrededor, solo me importa ella. Busco por entre los libros lo que
necesito, ya que no sé dónde buscar. Cuando era pequeño me leí todo y cada uno
de los libros de magia que hay en esta especie de cueva, y la verdad, no
recuerdo haber encontrado en ninguno de ellos lo que necesitamos para vencer a
Draco.
-¿Buscas
algo?-me giro encontrándome con mis ojos. Mi corazón bombea sangre a gran
velocidad y creo que se me va a salir del pecho.
-¿Qué
haces aquí?
-Te he
estado siguiendo.
-No
deberías de hacer eso.-digo desesperado, ella no debería de estar aquí, esto es
un secreto.- Katherine.-suspiro, estoy en shock no sé qué hacer, me cuesta
verla ahí. Me dejo caer hasta el piso, es agobiante tener que ocultarle algo a
tu propia hermana.-No has respondido a mi pregunta: ¿Qué haces aquí?
-Investigar,
todos me ocultan cosas y no es justo.-hace un puchero, haciendo que me
enternezca.- ¿Qué hacéis aquí? ¿Qué son todos estos libros?
-No
es nada, sal de aquí antes de que alguien te vea y tengas problemas.
-No
quiero.-danza por la habitación como una niña pequeña y coge un libro, luego me
mira con una sonrisa maliciosa.-Magia negra.-me acerco a ella rápidamente y le
arrebato el libro.- ¿No quieres compartir?
-Esto
no es mío, Kate.
-Pero
tienes acceso a ello, siempre te han tratado mejor a ti que a mí.-se para y
pasa por detrás de mí.-Confían en ti.
-Me
lo he ganado.
-¿Por
qué?
-Por
mi lealtad, nunca los he defraudado.
-Yo
tampoco.
-Te
saltas algunas reglas.
-Soy
libre, no me pueden mandar.-me giro mirando a sus ojos y me sonríe.
-No me
mires así.
-¿Cómo?
-Como
si quisieras hacerme algo.-ella suelta una carcajada y un escalofrió me recorre,
por primera vez en mi vida veo lo que los demás ven en ella. Maldad.
No veo
sus intenciones hasta que de un solo movimiento me tiene inmóvil en el suelo con
una mano aprisionando mi garganta.
-¿Y si
eso es lo que quiero hermanito?
-Kate,
suéltame.-sus ojos me miran con odio.
-Jamás,
por fin puedo matarte sin que nadie se entere.
-¿Qué
demonios te pasa? ¿Qué haces?
-¡TE
ODIO! SIEMPRE ERES TÚ, TÚ Y TÚ.-utiliza más fuerza entorno a mi cuello y noto como
me voy quedando sin aire.-ERES ODIOSO, SOLO QUIERO LIBRARME DE TI, MATARTE CON MIS
PROPIAS MANOS.
-Ka-ka-te…
-SUPLICA,
SUPLICA POR TU VIDA.
-No puedo…-me
ahogo y siento que voy a morir ahí mismo, mi pulmones arden, reclaman oxigeno.
-¿NO
PIENSAS SUPLICAR?-no le contesto, no puedo, me estoy muriendo lenta y dolorosamente,
que acabe ya. Simplemente no puedo aguantar el dolo que me produce ver a mi hermana
asfixiándome con sus propias manos.-No dices nada…-intento apartar sus mano, pero
me resulta imposible, está usando magia y en estos momentos no tengo fuerza para
detenerla.-MUERE.-esas palabras son las últimas que oigo ya que pierdo el conocimiento